“la limpieza intestinal sería para el cerebro del bajo vientre algo así como una cura de sueño para el sistema nervioso central”.
El cerebro es el encargado de digerir las emociones, mientras que el intestino digiere los alimentos. Cuando el paciente presenta problemas en su intestino delgado nos podemos plantear sino estará analizando demasiado las cosas. Para la Medicina Psicosomática, el intestino delgado es un indicador de las angustias vitales de la persona, y pueden manifestarse en forma de diarrea, que representa el miedo de soltar. Por otra parte, cuando el que está afectado es el intestino grueso, el síntoma más frecuente va a ser el estreñimiento, que viene a representar la resistencia de dar o el afán de retener. Y no sólo en el sentido material del dar sino también respecto a las emociones, el miedo a exteriorizarlas.
Otro enfoque en el caso del intestino
es la flora
intestinal, en la que encontramos prebióticos
(bacterias beneficiosas para el organismo) y prebióticos que contienen
sustancias que ayudan al crecimiento y el desarrollo de dichas bacterias. Los
probióticos actuarían como preventivos de los problemas intestinales en
situaciones de estrés.
En resumen, los síntomas
intestinales pueden reflejar la personalidad y los conflictos
psíquicos. Lo que es bueno para un cerebro, lo es también para el
intestino, o mejor dicho, para el cerebro abdominal.
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